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Entrevista con Norberto Torres
19/11/2008

(Entrevista de la revista "Acordes de Flamenco", Septiembre - Octubre 2008,
por Pablo San Nicasio Ramos)

Constantemente hacemos alusión a los flamencos extranjeros que, con su arte, están empezando a dejarse notar por España. No es de extrañar porque este estilo atrae a gente curiosa, inquieta, que ve en él algo más que un simple reclamo turístico o fondo de postal. Rizando el rizo, encontramos a Norberto Torres Cortés (Lyon, 1960) guitarrista, filólogo y uno de los mayores expertos que tenemos sobre la guitarra flamenca en este país. Nacido en Francia pero más de Almería casi que la Virgen del Mar, su “Historia de la Guitarra flamenca” es ya un clásico y solo lleva tres años en el mercado. Este Torres es de los pocos que puede presumir de replicar las campanas y estar en la procesión.

¿Y desde cuándo ese interés por la guitarra? Porque eres tocaor habitual.
Mi padre tenía una guitarra en casa. Después de dos años de solfeo, empecé a estudiar clarinete en el conservatorio. Era entonces un niño, y no se me daba bien, así que me pasé a la guitarra. Mientras estudiaba guitarra
clásica en el conservatorio, escuchaba en los discos de mi padre unas guitarras parecidas y a la vez diferentes a la que practicaba. Eran las de Melchor de Marchena y Niño Ricardo. Empecé a dar clases con los guitarristas flamencos  de Lyon, Lorenzo Ginés “El Cordobés”, Tomás Navas, de Estepona. Descubrí a Sabicas que me inclinó definitivamente hacia la guitarra flamenca cuando terminé mis estudios en el conservatorio. Luego me fui a estudiar a España con Manolo Sanlúcar en su pueblo... hasta ahora. Hoy, por mis ocupaciones docentes y de investigación, no practico la guitarra profesionalmente. Solo doy de vez en cuando algunos conciertos y acompaño a cantaores  de mi entorno, los de Almería.

Norberto ¿Cómo llegó el flamenco a tu vida?
Por la familia y por la guitarra. Mi abuelo paterno, Pepe “El Veneno”, fue cantaor y trovero de cierto relieve en la comarca almeriense del Bajo  Andarax. Natural de Huércal de Almería, como mi padre, esta afición pasó a
la familia, con un tío cantaor, Pepe Torres, ya fallecido, mi padre aficionado al cante, mi primo Alberto Torres, guitarrista flamenco de la región de Lyon, en fin...

También escribes de las otras disciplinas flamencas.
Aunque no lo parezca, soy un aficionado apasionado del flamenco desde que empecé a rasguear por primera vez. He trabajado como solista, con cuadros de baile, con cantaores, en plan “todo terreno”, y en todo tipo de situaciones y lugares, lo que me ha permitido y permite vivir “desde dentro” este mundillo particular y tener cierta experiencia, que es la que me lleva a escribir por otra parte sobre otras disciplinas. He estado también del otro lado de la barrera, la de los que contratan, con diferentes cargos en peñas y federación de peñas, y eso me ha permitido conocer este otro mundillo, el de los aficionados.

Parece paradójica la situación de la guitarra actualmente. Es la disciplina que más ha hecho evolucional la música flamenca, la que más ha evolucionado por sí misma y se sigue programando poco. ¿Por qué?
Creo que el problema es mucho más profundo que la falta de programación de guitarra flamenca; se trata de la falta de educación musical entre los españoles. El otro día lo comentaba con Óscar Herrero. Cuando yo estaba en primero de EGB con seis años en Lyon, un día a la semana venía un profesor del conservatorio a clase, nos tocaba el piano (el colegio tenía un aula de música), nos ponía discos de música clásica, nos hacía entonar. Luego si veía que los alumnos teníamos oído, hablaba con nuestros padres para que fuéramos al conservatorio. Así empezaron mis estudios musicales. Mientras en España, si no estabas ubicado en un buen colegio de pago en una capital, si no tenías la suerte de nacer en el seno de una familia melómana o tener un vecino músico, a pesar de tener aptitudes, era casi imposible poder estudiar y recibir esta educación. Que la LOGSE esté introduciendo hoy como asignatura de música, hace ya más de un siglo que se está llevando a cabo en Europa del norte. Además, cuando lees la historia de la música de este país y sigues la biografía de sus compositores, lo entiendes en seguida. Así que los programadores no prestan oído a la guitarra flamenca, simplemente porque no  tienen oído, o no lo  han educado. Si lo tuvieran, la guitarra flamenca en España no estaría donde está.


¿Sigue, por tanto, siendo la "tercera", forma atrística del flamenco?
Es de tercera para los que no “chanelan”,  no saben escuchar, para los que
no saben “istinguir” (risas). Dentro del mundillo de los artistas, se sabe muy bien del peso y de la importancia de la guitarra. Sin ir más lejos, la llave de este género musical la tiene hoy un guitarrista. Aunque siempre hay algún que otro divo entre los cantaores y los del gremio del baile que piensan como Luis XIV que ³”El flamenco soy yo”.


Me gustaría que me hicieses dos balances históricos, uno referente al lugar que la guitarra solista ha acaparado en las programaciones musicales en España y otro sobre el tratamiento y cobertura mediática para con la guitarra.
¡Curiosamente la guitarra ha tenido un trato de marginación dentro de un género que ha nacido precisamente desde la marginación! Si tuviera que destacar una fecha importante, un punto de partida, sería el 21 y 22 de octubre de 1936 con la grabación en Francia de los seis discos de 78 revoluciones que grabó Ramón Montoya en el sello “La Boîte à Musique”, recopilados hoy como “Toques Clásicos Flamencos”. 

Siempre en España se habla del Concurso del 22 de Granada como intento de valorización del cante. ¿Por qué Falla y Lorca, a pesar de utilizar uno la guitarra flamenca como fuente de composición, y el otro ser guitarrista, a pesar de sus escritos sobre el instrumento, no hicieron lo mismo con la guitarra?
Los discos de Montoya se grabaron en este sello de música clásica y aparecieron en el catálogo entre el “Clave bien temperado” de Bach y “Los madrigales” de Monteverdi,recibiendo una magnífica crítica favorable de Émile Vuillermoz, entonces elcrítico más exigente y temido del ámbito clásico. Esto hubiera podido ser el principio de todo y la proyección internacional de la guitarra solista. La guerra civil española vino a fastidiarlo todo. Consecuencias: emigración de los mejores guitarristas, salvo Ricardo, Sabicas internacionalmente reconocido, a la vez que desconocido en España en los 50 y 60. Hasta que no llegue la generación de Paco, Manolo y Víctor para romper el yugo de la tradición en los 70, la guitarra solista es solo un asunto anecdótico. Ellos han abierto el camino aquí después de haber triunfado fuera para que se les reconociera, y aún así con resistencia de melómanos paletos (caso del concierto de Paco en el Teatro Real en 1975). Han tenido que buscar fuera de los circuitos flamencos para ser reconocidos, y por este motivo encuentras la guitarra flamenca en circuitos de jazz, de música del mundo, de música clásica... y algo en los circuitos flamencos. ¿Cuántos festivales programan guitarra flamenca? ¿Cuántas peñas? Pero los más recientes, y sobre todo los urbanos localizados fuera de Andalucía, parecen tener mayor sensibilidad.En cuanto a los medios, como la mayoría de los críticos de flamenco no saben de guitarra, pues simplemente no escriben de guitarra. O si lo hacen, es de forma muy genérica, para mantener el tipo. Yo soy de los que piensan que no se puede escribir sobre guitarra con contenido medianamente serio, si no se es guitarrista. Volvemos pues siempre al fondo del problema, la falta de educación musical en nuestro país.

La evolución de la guitarra, ¿se puede fragmentar en diversos ámbitos? A saber: armónico, técnico, mediático, etc. O los pasos adelante que ha dado han sido siempre aglutinando todas estas facetas?
Al ser el colectivo de guitarristas flamencos bastante numeroso, creo que siempre hemos tenido de todo: buenos armonizadores, técnicos sólidos, guitarristas sobre todo melódicos. Ahora bien,  mucho más escasos han sido los guitarristas “redondos”, los  que han  destacado en todos los parámetros musicales, y con una buena técnica. Para mí hay dos grandes nombres que se sitúan por encima de los demás y que de alguna manera, cada uno en su estilo, han marcado el siglo XX: Ramón Montoya y Paco de Lucía. Luego tienes a nombres que han sido sobresalientes en aspectos parciales, como Sabicas en la técnica y sonido, Niño Ricardo en lo melódico y expresivo, Manolo Sanlúcar en lo armónico, Serranito en el virtuosismo propiamente guitarrístico, etc... Vicente Amigo tiene todo el perfil del genio que puede marcar el principio del siglo XXI.  Claro, si la guitarra sigue liderando la evolución de este género musical en el futuro, lo que no es evidente.

Actualmente, ¿se ha superado ya la total toma de referencia en Paco de Lucía o sigue marcando un camino demasiado difícil de ensombrecer por otros valores?
Como suelo asistir a varios concursos de guitarra flamenca en calidad de
jurado, te puedo decir que aparentemente Paco ya no es la referencia para la mayoría de los guitarristas. Pero solo en apariencia. La obra de Paco está ya tan asimilada, tan esparcida por el toque, que se ha convertido en
“clásica”. Muchos guitarristas tocan progresiones armónicas,  usan recursos expresivos, detalles, que creen ser de “toda la vida” en el flamenco, cuando en realidad son de Paco. Muchos son ahora “vicenteros”, aunque también veo que Gerardo Núñez está creando escuela en la guitarra solista. Luego tienes a los “tomateros” entre los intérpretes gitanos, etc. Hoy se han
multiplicado las referencias, lo que no deja de enriquecer el toque de hoy.

¿Qué guitarristas te han sorprendido más?
Tengo la suerte de haber compartido recientemente una semana de conciertos y vivencias con Paco de Lucía, y poder comprobar su sencillez y humanismo como persona. Cualquier otro en su lugar, por estar dónde está y las dotes que tiene, hubiera perdido el sentido de la realidad en el laberinto del narcisismo. A pesar de llevar la casa a cuesta y ser trotamundos, tiene unas de las raíces más agarradas que he visto. Gerardo Núñez impresiona también cuando lo tienes a dos metros y practica en todo el mástil. Estar también una semana con él en Sanlúcar de Barrameda este verano ha sido una gran sorpresa. A pesar de todo el halo de músico vanguardista que tiene, y con el recorrido impresionante de su trayectoria, tiene la sabiduría de conservar la espontaneidad de sus raíces populares, y disfrutar como un niño con el mosto de su “apeador” Jesús Cordero, o con la sonrisa de su madre sentada en primera fila. Tanto él como Paco tienen una clarísima conciencia de clase, la popular bajo-andaluza. Es realmente sorprendente este apego a la tierra en personas que se han pateado varias veces los cinco continentes. Cada vez me asombra más la dimensión panteísta del flamenco, reflejada en sus artistas más brillantes.

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